Intoxicado y golpeado
y en un colchón botado
era un vivo estropajo
casi muerto y abandonado.
Y entonces una luz
entró por la ventana
era una cálida luz
que me acarició el alma.
Esa luz fue una señal
y me hizo despertar,
me hizo ver que más allá
había un inicio y no un final.
Dedicado a mi gran amigo Jonathan Centeno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario